19 de noviembre de 2014

Definiendo el evento

Es el momento de decidir cómo va a ser nuestro evento y cómo lo vamos a llevar a cabo, es decir, de qué manera vamos a escenificar nuestros objetivos y con qué recursos lo vamos a hacer. Es la etapa de creatividad en la que construimos la idea del evento, definiendo su contenido, formato, escenografía, ambientación…
La idea debe adaptarse a los objetivos del evento, así como al presupuesto y recursos disponibles.  En base a esto, los aspectos que debemos definir son:

Contenido del evento:
Se trata del diseño del programa, de definir los actos y contenidos del evento, la temática y formato de las diferentes intervenciones, así como establecer la secuencia de los diferentes actos.

El formato:
Se ha de definir si va a ser un evento solemne o sencillo, formal o informal, lúdico, innovador, público o privado, si contará con la participación del público…

La escenografía:
Se presenta como el conjunto de elementos visuales que componen el evento, como la decoración, el mobiliario, la ambientación, la iluminación, el sonido, la vestimenta, las gráficas…

La imagen:
En este sentido hay que definir la imagen corporativa del evento: los logos, los diseños gráficos, los colores, las imágenes, el formato de los documentos…

Distribución del espacio:
Consiste en definir la función que cumple cada espacio y cómo lo vamos a ordenar: dónde vamos a ubicar el escenario, cuál es la entrada principal, dónde se van a situar las gráficas, si los invitados van a estar de pié o sentados en sillas en formato teatro, escuela o banquete…

El protocolo:
Hemos de decidir si vamos a protocolizar el evento, lo cual depende de la naturaleza del mismo, de la presencia de autoridades o invitados especiales, de las tradiciones y costumbres, o de la imagen que queramos transmitir. Estas normas protocolarias vienen definidas por la legislación local, nacional o internacional, o bien por los usos y costumbres del lugar. En caso de eventos no oficiales, es el organizador quien determina que normas de protocolo va a aplicar. En este sentido, puede basarse en la normativa oficial, en la tradición, en la normativa de la empresa…Lo más importante a la hora de establecer el protocolo, es entender que éste constituye una herramienta de apoyo a la organización, y nunca debe suponer un inconveniente o un lastre que nos dificulte el trabajo. EL PROTOCOLO DEBE ADAPTARSE AL EVENTO, NO EL EVENTO AL PROTOCOLO. El protocolo debe transmitir organización, y nunca debe suponer una limitación.

Catering:
Debemos decidir si vamos a ofrecer comida o no, así como el tipo de servicio (cóctel, café, almuerzo…). El catering ha de estar debidamente justificado porque no siempre es necesario llevarlo a cabo. Puede ofrecerse en caso de eventos de determinada duración, o en casos en los que se desee que los invitados interactúen, o como cortesía. Es necesario tener en cuenta los gustos culinarios de nuestros invitados, sí como posibles alergias. El personal de servicio siempre ha de conocer los ingredientes de la comida que está sirviendo para informar a los comensales. No debemos olvidar que el catering es uno de los aspectos que más influyen en la experiencia del invitado y, por tanto, en la imagen de calidad del mismo.
Una vez definidas estas variables, que constituyen la fase de planificación, podemos pasar a la fase de organización, es decir, a la acción: preparación de documentación, gestión de proveedores, convocatoria, promoción y comunicación…

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